Esta empresa se organiza y funda con la creación de una sociedad anónima de hacendados y comerciantes en 1857. Se ubican estos almacenes al Este del poblado, en un muelle de igual nombre, a medio camino entre la iglesia de la Virgen de Regla y la Clínica Sanitaria del Dr. Belot, en áreas que hoy ocupa la refinería de petróleo luego de pasado El Gallinero.
La sociedad fundada pretendió tener un capital de medio millón de pesos fuertes divididos en dos mil acciones de $250 pesos, pero es golpeada por el trance financiero de este año siendo obligada a reducir su capital inicial a 200 mil pesos fuertes que se logran cubrir a pesar de la crisis y sus contratiempos. Esta sociedad, en sus estatutos, se reservó el derecho de ampliar su capital hasta el millón de pesos, lo que nunca sucedería.
Entre los dos almacenes construidos por esta sociedad uno de ellos se levanta todo de hierro, a similitud de los Almacenes de Santa Catalina, y es destinado a el almacenamiento de los aguardientes y otras sustancias inflamables.
Los almacenes, a similitud de los que le anteceden, no cuenta con divisiones interiores aunque las columnas (pilares) que sostienen la cubierta crean diferentes secciones que son aprovechadas para los azúcares en caja o sacos, separándoles de los toneles de mascabado (azúcar semirefinada o envasada junto a su melaza), las mieles, los aguardientes, y otros objetos y máquinas que a juicio de la administración pudiesen guardarse en los depósitos.
La separación o agrupamiento de las cargas era designada de acuerdo al cliente, teniendo siempre prioridad para descuentos y adelantos monetarios sobre lo depositado en el almacén los clientes abonados sobre los que no lo fueran. Así, al igual que en los iniciales Almacenes de Regla, esta sociedad funciona como intermediarios, banqueros y prestamistas a bajos intereses.
Entre los derechos de los clientes estaba el contratar el tiro y conducción de sus frutos recibiendo en retorno los envases y objetos de refacción que necesitasen o le fueran propios, o sea, que podía emplear sus efectos o solicitar gratis y en calidad de préstamos los toneles y envases necesarios para el transporte de las mieles.
Los Almacenes de Marimelena fueron los de menores dimensiones entre los construidos en esta época, diferenciándose del resto y teniendo su nicho de mercado en su especialización en el almacenamiento de aguardientes y alcoholes altamente inflamables.
Sobre la marcha de su explotación y su cierre no hemos encontrado datos, pues en toda la literatura consultada estos son los almacenes menos mentados y a los que casi ningún autor le muestra importancia, tal es así, que no hemos podido hallar una imagen de los mismos en ninguna fototeca.
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