El trópico es duro para las tropas no aclimatadas y ante el inmenso número de enfermos en las huestes españolas, a lo que se añade la falta de locales hospitalarios adecuados, hace que las autoridades militares contacten a la compañía del «Banco del Comercio, Ferrocarriles Unidos de La Habana y Almacenes de Regla», propietaria de dichos inmuebles, para abrir provisionalmente un hospital militar.
Es así que son instaladas 600 camas hospitalarias en el almacén número 6 que comienza a ser utilizado como hospital, el 11 de octubre de 1896, encargándose los suministros sanitarios necesarios al Laboratorio de La Habana y el Parque Sanitario del ejército.
La adaptación apresurada de estos almacenes en hospital revela la falta de una infraestructura adecuada a tales fines, pues adolece, entre otros, de los necesarios depósitos de armamentos, almacén de víveres, ropería de admitidos y sucia, además del número de retretes requeridos como veremos más adelante.
Solo 20 días después de su apertura, el 1º de noviembre, se requiere la instalación de 600 nuevas camas hospitalarias y el día 12 se habilita como una clínica anexa a este hospital los cercanos Almacenes de Santa Catalina[http://uparegla.com/el-ultramarino-pueblo-de-regla/los-almacenes-de-santa-catalina/] con 500 camas, que será usado para los enfermos convalecientes. En este mismo mes los propios Almacenes de Regla llegan a contener 1 500 camas.
Sobre las condiciones del improvisado hospital, en diciembre, informa su director Dr. Benito Fon que:
«Existiendo un numero considerable de enfermos en los colgadizos [portales] que dan a la parte Sudeste de este hospital, se hace imprescindible y urgente la construcción de retretes en los mismos, donde los enfermos allí existentes puedan satisfacer sus necesidades corporales. Los que ocupan las salas referidas tienen que recorrer un espacio de 150 metros para servirse de los retretes existentes, en los cuales se acumulan gran número de individuos. En muchas ocasiones los enfermos de disentería, catarros intestinales y demás infecciones análogas, no pueden recorrer esa distancia, evacuando sus excrementos sobre el suelo de madera del muelle que ocupan las referidas salas, cuyo espectáculo, además de ser poco moral, crea un foco de infección con las emanaciones que se desprendan de la acumulación de las materias fecales allí depositadas…»
Esta bien fundamentada queja provoca la intervención del cuerpo de ingenieros para la construcción urgente de nuevos retretes.
Es en el propio mes de diciembre, de 1896, cuando tiene el hospital militar de los Almacenes de Regla y la clínica anexa en los Almacenes de Santa Catalina su momento crítico, llegando a alcanzar las 4 896 camas ocupadas, con un promedio de 4 500 estancias diarias.
Disminuyen, en los meses siguientes, los enfermos que son trasladados hacía otros hospitales y es entre febrero y marzo de 1897 que es cerrado el hospital, para volver a abrir en unos meses después ante el incremento inusitado del número de enfermos y heridos entre la tropa, obligando en diciembre de 1897 a añadir nuevamente 600 camas sobre las 3 000 ya establecidas en este hospital.
El esfuerzo de los sanitarios, médicos, enfermeros y hermanas de la Caridad por brindar la mejor atención posible al elevado número de enfermos y heridos de la tropa, que sobrepasa con creces las cifras imaginables, aún en las condiciones que nunca llegaron a ser las adecuadas fue meritorio y merece nuestro reconocimiento y respeto.
El Hospital Militar de los Almacenes de Regla con sus 3 600 camas fue, y es, el hospital con mayor capacidad que existiera en Cuba.
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